No queremos que se malinterprete la postura de LAB con respecto a la negativa a sopesar las diferentes opciones de modificación de calendarios por parte de la DTRI.
En el Convenio figura que los calendarios laborales son prerrogativa de la Empresa y mientras eso permanezca así, no nos queda otra que acatar lo que dice el Convenio y estudiar la forma de cambiarlo en el próximo.
Con el sistema de trabajo de TRI es imposible que los calendarios anuales dejen satisfecha al 100% de la plantilla, a lo más que podemos optar es a conocer cómo vamos a trabajar durante el año y este es el derecho por el que debemos pelear.
Basta de modificaciones interanuales que interfieren en nuestra vida privada.
El paternalismo de la DTRI a la hora de presentar las modificaciones nos hace dudar y anima a ciertos sectores de la plantilla a elaborar calendarios alternativos entrando en un juego al que consideramos que no debemos entrar.
Ateniéndonos a los datos que tenemos, las necesidades productivas vienen motivadas por una pésima gestión. Los culpables de la falta de competitividad de TRI no somos todos, como tuvimos que escuchar, los culpables tienen nombres y apellidos.
En otro tipo de situaciones, con otro talante por parte de los dirigentes y unas medidas palpables a corto plazo, ninguna plantilla de ninguna empresa se negaría a colaborar para mantener su viabilidad. Lo único palpable en seis meses es un superdepartamento de I+D que queda muy chulo en ciertos foros y unos interminables “ejercicios espirituales” para la élite de la empresa, por lo demás todo va de mal en peor y evidentemente seguimos sin ser competitivos. Puede que no sepamos leer entre líneas y que todo marche según el plan previsto y tengamos que asumir los daños colaterales de la I+D y que la vida es bella, el sol luce y los pajarillos cantan, pero la realidad es que seguimos escuchando la misma cantinela que en diciembre y el día a día en Fábrica es un conjunto de despropósitos que a nadie, de los que tienen poder de decisión, parece importar.